Templo Mayor, Reforma

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El próximo gobierno no sólo será austero, sino también muuuy familiar. Cosa de ver, por ejemplo, el caso de Rosalinda López Hernández, propuesta para convertirse en la jefa del Sistema de Administración Tributaria.
La contadora, que ha sido diputada y senadora, es hermana de Adán Augusto López, el gobernador electo de Tabasco, cercanísimo a los afectos de Andrés Manuel López Obrador (no en balde lo puso a cargo de su terruño).
Además la futura titular del SAT está casada con Rutilio Escandón, el gobernador electo de Chiapas, quien llegó a esa posición convertido al morenismo el padre de Rosalinda y de Adán Augusto es Payambé López, oriundo de Macuspana y, por supuesto, hermano del alma de ya saben quién, con quien han pasado del PRI al PRD y ahora a Morena, listos para iniciar su cuarta transformación: ¡ser gobernantes!

Con todo y que tiene fama de durito, hay quienes creen que Manuel Bartlett estará en la Comisión Federal de Electricidad como foquito navideño: nomás de adorno.
Y no sólo porque no tiene experiencia en el sector energético sino porque, ya desde ahora, le pusieron como cuña a un incondicional de AMLO: al veracruzano Carlos Morales Mar, quien es actualmente dirigente estatal de Morena.
A diferencia de Bartlett, este ingeniero si le sabe al tema… y tal vez le sabe demasiado, pues ala par de su labor política ha hecho buenos negocios como gestor de empresas eléctricas, por lo que deberá tener cuidado de no electrocutarse con un conflicto de intereses.
Otro “apoyo” que ya tiene Bartlett dentro de la CFE es Julio de Regil, quien está en la Dirección de Administración y a quien se le considera como su hijo político, por lo que más de uno ve difícil que se anime a quitarlo de esa posición.

Si no hay cambio de última hora, mañana deberán reunirse los gobernadores perredistas con su dirigente nacional, Manuel Granados, para saber qué diablos hacer con lo poquito que quedó del PRD tras el tsunami de Morena.
Las tribus del sol azteca se plantean no sólo revisar lo que pasó, sino de plano darle sepultura al partido y crear uno nuevo o, inclusive, varios a nivel regional.
En la Ciudad de México, por ejemplo, se dice que Héctor Serrano tiene la suficiente estructura y fuerza como para armar su propio partido, lo cual no le desagradaría demasiado.
Otra opción es darle una tuneada al PRD y, si acaso, cambiarle el nombre. ¿Qué tal Partido de la Reiterada Destrucción? Les queda, les queda.

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