Columnas Políticas, Templo Mayor

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Reforma

Quienes ayer pasaron por el Edificio E de San Lázaro seguramente escucharon gritos y sombrerazos, debido a que se puso intensa la reunión de los diputados de Morena con uno de los hombres más cercanos a Andrés Manuel López Obrador.

El encuentro fue con Gabriel García Hernández, quien será el súper enlace del Poder Legislativo con los súper delegados que operarán como virreyes en los estados. La reunión fue para exponerles cómo va el censo de necesidades que mandó a hacer AMLO en todo el país… y aquello se puso pesado.

Por un lado, García Hernández les exigió que apoyaran con gente y recursos para la realización del censo en sus propias entidades, pues nomás no logran sacar adelante la tarea que les encomendaron.

Por su parte, los diputados morenistas le reclamaron que los futuros súper delegados todavía ni asumen el cargo, pero ya son inalcanzables. Que ni siquiera reciben a los legisladores cuando estos piden cita para plantearles alguna necesidad específica en su distrito. Y obviamente la idea de hacerles la chamba del censo mucho menos les gustó.

Alguien tenía que decirlo: y fue el priista Samuel Palma quien le leyó la cartilla a su propio partido. En la pasada sesión del Consejo Nacional, el morelense enumeró los pecados del PRI en las elecciones de su debacle: “anarquía discursiva” en la campaña, desconexión de los candidatos con la militancia, marginación de los militantes en la designación de sus aspirantes y, sobre todo, que nadie sabe dónde quedó el dinero que debería asignarse a las campañas locales. ¡Se vale sobar!

Con todo y los retrasos y sobrecostos, en China se inauguró el mayor viaducto del mundo en mar abierto. La megaobra tiene una longitud de poco más de 50 kilómetros, costó 15 mil millones de dólares, une 11 ciudades del sur, equivale a 20 puentes Golden Gate y se empezó a construir desde el 2009.

En contraste, acá en México mañana arranca una supuesta consulta nacional para decidir si se sigue adelante con la construcción del nuevo aeropuerto capitalino, que empezó en 2015 y ya lleva más del 25 por ciento avanzado. Lo único que tienen en común el NAIM y el megaviaducto es que está en chino saber si logrará despegar el aeropuerto o si, como piensan muchos, el próximo gobierno cometerá el error de octubre al cancelarlo.

Por cierto que los habitantes de Tecámac, donde se encuentra el aeropuerto de Santa Lucía, paradójicamente, no podrán votar en la consulta, pues en ese municipio no se instaló casilla. ¿Se les fue el avión a los organizadores? Es pregunta.

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