Columnas Políticas, En Privado

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Joaquín López Dóriga

Seré razonable hasta el límite de mi razón. Florestán

Morena sufrió ayer su primera gran crisis desde que Andrés Manuel López Obrador llegó a la Presidencia de la República, el uno de diciembre.

Me refiero al enfrentamiento y ruptura hecha pública ayer cuando Ricardo Monreal rompió el proyecto de Martí Batres de repetir como presidente del Senado.

Para nadie es un secreto que la relación entre ambos era lo más parecido a un puente roto. Batres cumplió un rol serio como presidente del Senado y Monreal como presidente de su Junta de Coordinación Política y líder de su bancada. Pese a sus diferencias, se avanzó en acuerdos.

Pero el choque de trenes tenía un plazo fatal: el relevo de la Mesa Directiva, a lo que apostó Batres contra la decisión de Monreal.

Y así fue: Monreal logró reunir los votos, dice Batres que con los senadores del PES, y rompió el casi empate que había en la bancada morenista sobre su reelección.

Superado eso, avanzó al segundo escalón: elegir a su sucesora, la senadora Mónica Fernández.

Esto provocó una airada reacción de Batres que descalificó en todos los sentidos a Monreal. Ayer, cuando lo entrevisté en Radio Fórmula, me dijo que no se iba a reunir con él para que no le diera otra puñalada en la espalda.

Y le dijo de todo: que había ensuciado el proceso, que es un faccioso, factor de división, golpeador, intolerante, tramposo, demagogo, sin credibilidad, que impugnará el resultado por fraudulento pero que no dejará Morena ni su escaño.

Todo lo capoteó Ricardo, pero no el movimiento, lo que confirma lo que le decía, la primera gran ruptura de Morena, cuando la presidenta de este partido, Yeidckol Polevnsky, calificó los hechos del Senado como vergonzosos, John Ackerman, su ideólogo, exigió la remoción inmediata de Monreal por desleal y hasta el inevitable padre Solalinde lo condenó.

Si esto no es una división, ahí me cuentan que entienden por unidad.

Y a menos que intervenga López Obrador para poner orden y serenidad en su movimiento, este choque se va a extender y profundizar, una vieja historia de la izquierda que siempre se ha contado, y que hoy se sigue contando, sola.

RETALES

  1. JUEZ. El caso Robles le tocó al juez Delgadillo Padierna por azar, digamos. Pero eso no obsta para que se hubiera excusado de llevarlo por conflicto de intereses. No tiene nada que ver una cosa con la otra;
  2. LIMPIEZA. El Monumento a la Independencia tiene que estar recuperado el 16 de septiembre para que López Obrador encabece ahí su primer aniversario de la independencia como presidente de la República; y
  3. PUMAS. El mes que viene se publicará la convocatoria para la renovación de la rectoría de la UNAM, en noviembre. El doctor Enrique Graue puede reelegirse. Pero hay quienes en la 4T quieren el control de la máxima casa de estudios, como de otras instituciones autónomas.

Nos vemos mañana, pero en privado

Milenio

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