Arte feminista contra la violencia de género

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En 1978, Mónica Mayer, fundadora del grupo de arte feminista “Polvo de Gallina Negra” presentó en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México la pieza “El Tendedero”. Una obra de tres metros de largo y dos metros de ancho con la que invitaba a mujeres a colgar papelitos en color rosa con la frase: “Como Mujer lo que más detesto de la Ciudad es…”.  De esta manera abrió el diálogo sobre la violencia de género en el espacio público. 

A 42 años de este hecho, la obra se ha vuelto un símbolo y en las universidades alumnas han hecho sus propios tendederos para denunciar el acoso sexual y violencias que viven en las instituciones educativas.

“Algo que ha hecho ‘El tendedero’ es que de repente nos sentimos acompañadas, eso da fuerza para poder denunciar; han sido unas protestas muy fuertes y duras, pero durante años en la Facultad de Filosofía de la UNAM te encontrabas letreros que decían ‘no entres sola, aquí violan’; en la Facultad de Psicología de la UNAM, en el baño de mujeres hay botones de pánico”, destacó en entrevista con La Razón la artista Mónica Mayer.

Estudiantes de la Facultad de Medicina de la UAEM denunciaron a profesores y compañeros de acoso y hostigamiento en un tendedero instalado en la explanada del plantel, febrero pasado.

Pese a los señalamientos de acoso en diversos planteles las instituciones educativas, Mayer lamentó que no estén respondiendo de manera eficaz. 

“Las autoridades no han respondido, había denuncias a maestros de las prepas por acoso, me lo platicaban las mamás cuando hicimos ‘El tendedero’ del MUAC, no les habían hecho caso; entonces, no es de sorprender que haya protestas tan violentas. Las universidades lo que tendrían que hacer es buscar sus herramientas, porque generalmente, nada más se espantan y acaban agrediendo a las chavas que están denunciando, tienen que echar a andar procesos de discusión, educativos, pedagógicos para que vayamos cambiando hombres y mujeres”, indicó. 

Su emblemática obra “El tendedero” no sólo ha sido una manera de poner sobre la mesa el acoso que viven las mujeres, sino también provocar en los hombres una reflexión que los lleve a cuestionar su actuar.

La artista Mónica Mayer, junto a su pieza “El tendedero”, la cual expuso por primera vez en 1978

“Me acuerdo de un chavo que cuando se puso ese tendedero me comentó: ‘a mí me dijeron que me podía ligar a las chavas echándoles piropos’, le dije ‘no mano, te mintieron, te engañaron, no te vas a ligar a una chava así, y menos hoy en día con el nivel de violencia que hay hacia las mujeres en México”, compartió la creadora, quien frecuentemente hace uso del performance como puesta en escena artística.

“El tendedero”, de Mónica Mayer es un ejemplo de cómo el arte feminista ha llevado a la esfera de lo público aquello de lo que no se quiere hablar, que es invisible, que se normaliza, pero que vulnera a las mujeres. 

Un arte que sigue teniendo como ejes temáticos: la visiones de la maternidad, la violencia contra las mujeres, el aborto, el acoso sexual. Éste sigue ganando espacios en galerías y museos, pero que hoy sigue teniendo pendientes, así lo constatan artistas entrevistadas por La Razón como Mónica Mayer, Lorena Wolffer, Gladys Villegas Morales y Trixia Lara.

Pieza que formó parte de la exposición “Lorena Wolffer/Expuestas: registros públicos” en el Museo de Arte Moderno, en 2015. En la muestra la creadora Lorena Wolffer abordaba la violencia de género.

CUANDO SER ARTISTA FEMINISTA ERA “MAL VISTO”

En la década de los años 80, considerada la segunda ola del feminismo en México, irrumpieron grupos de arte feminista como “Polvo de Gallina Negra”, “Tlacuilas” y Retrateras” y “Bio-Arte”, los cuales a través del performance y/o la xerografía, promovían el trabajo de las mujeres artistas, pero también hacían fuertes críticas hacia los estereotipos y roles que se relacionaban con lo que “debía” ser una mujer.

Uno de los primeros trabajos que presentó “Polvo de Gallina Negra”, integrado por Mónica Mayer, Maris Bustamante y Herminia Dosal, fue el performance “Mal de ojo a los violadores o el respeto al derecho del cuerpo ajeno es la paz”, durante una marcha feminista en contra de la violencia hacia las mujeres en 1983, el cual “consistió en colocar frente al Hemiciclo a Juárez una gran olla donde las artistas, vestidas de trajes de brujas, iban colocando al interior de la olla los ingredientes que sirven para preparar una pócima para hacer mal de ojo a los violadores”, narra Gladys Villegas Morales en su artículo “Los grupos de arte feminista en México”.PUBLICIDAD

“Receta del Grupo Polvo de Gallina Negra para hacerle el mal de ojo a los violadores” que se publicó en una agenda feminista

Con ello, estos grupos visibilizaban las violencias contra las mujeres y las desigualdades en un tiempo en que definirse artista feminista era sepultar tu carrera, pues “era mal visto” tanto el feminismo y las mujeres creando obras desde una perspectiva de género.

“Invitamos a muchas artistas a ‘Polvo de Gallina Negra’, pero sólo nos quedamos las tres —Maris Bustamante, Herminia Dosal y yo— porque en ese momento había mucho miedo de que nos identificaran como feministas. Nos interesaba la imagen de la mujer en el arte, que era igual de sexista como en los medios de comunicación, nos conformamos como grupo y estuvimos trabajando alrededor de 10 años. Fue una época de muchos grupos de arte feminista”, contó Mayer, quien en 1987 expuso “Novela rosa o me agarró el arquetipo”.

Maris Bustamante y Mónica Mayer en el proyecto “¡MADRES!”, en 1983.

En ello coincidió Gladys Villegas Morales, ya que “asumirse feminista era un problema, no era fácil. Los años 90 fue una década de crecimiento del movimiento feminista, pero fue muy cuestionado, denostado, decían ‘ser feminista es que no te gustan los hombres’, que eras radical”.

Las artistas mujeres eran criticadas por abordar temáticas de género en sus obras.

“En los años 60, mujeres artistas empiezan a cuestionar varios aspectos de la historia del arte, por qué no hay grandes artistas o si las ha habido, por qué no hay ese reconocimiento. En 1960 y 1970 el lema era ‘lo personal es político’, comienzan a preguntarse acerca de los roles a los que nos han asignado, la sexualidad, la maternidad, el trabajo doméstico; se empiezan a hacer propuestas artísticas con estos tópicos, se hace esta propuesta de arte feminista”, explicó Villegas Morales.

FUENTE ; AGENCIAS

ENLACE INFORMATIVO 30-11-2020

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