Arsenal de Francisco Garfías

Google + Pinterest Linkedin Tumblr +

De “joven maravilla” a “señor pesadilla”
Hace casi tres décadas le doy seguimiento al PAN como reportero. Conocí de cerca a Luis H. Álvarez, a Pablo Madero, a José Ángel Conchello.

Me sentí honrado de ser amigo de Carlos Castillo Peraza; cubrí la campaña presidencial de Diego Fernández de Cevallos; atestigüé el ascenso de Felipe Calderón hasta la Presidencia de la República.

La alternancia con Vicente Fox la viví desde la trinchera de enfrente. En el 2000 me tocó cubrir parte de la campaña de Francisco Labastida y parte de la de Cuauhtémoc Cárdenas.

Muchos años antes observé de cerca la crisis interna que culminó con la salida de destacados panistas del llamado “Foro Doctrinario” (Jesús González Schmal, Bernardo Bátiz, hoy destacado morenista).

Muchos años después, en 2012, le di seguimiento a la campaña de Josefina Vázquez Mota.

En San Lázaro presencié el despegue del otrora llamado “joven maravilla”, que ahora muchos panistas consideran el “señor pesadilla”.

El repaso que acabo de hacer se debe a que nunca vi al PAN tan postrado, tan dividido, tan debilitado como ahora. Lamentable, como la condición humana de la que hablaba André Malraux arrasó con esa agrupación política.

Los anayistas pagaron la factura de sus ambiciones en las urnas, al igual que sus aliados del PRD.

El voto popular decidió dejar al país sin equilibrios y darle todo el poder a un hombre que nunca se dio por vencido y que va por lo que llama “la Cuarta Transformación”.

Los riesgos que implica la concentración de poder allí estarán, mientras no haya una oposición con credibilidad.

El PAN, aún debilitado, quedó como la primera fuerza de oposición. Está obligado a hacer a un lado agravios y diferencias, desterrar ambiciones personales y recuperar la mística perdida. Se lo debe a México.

—¿Es posible una reconciliación?, preguntamos al senador Ernesto Cordero, expulsado del PAN por leales al “señor pesadilla”.

—Aquí el tema es que Anaya y Damián Zepeda se hagan a un lado. Ése es el asunto, después de la peor derrota electoral en la historia reciente del PAN, responde.

El escenario de que Ricardo y sus lugartenientes dejen el control del partido no se ve por ningún lado. “Ya están apoyando con todo a Marko Cortés”, nos dice Cordero.

El senador está consciente de que el grupo de Anaya no tiene contrapesos al interior del partido. Controla todo. No hay límites. El padrón del PAN es clientelar. No hay manera de ganarles una interna.

“Ricardo es el dueño absoluto”, asegura el exsecretario de Hacienda.

—¿Dónde se había visto que los perdedores permanecieran en el control del partido después de semejante derrota?, preguntamos.

—En el PAN, con Madero. ¿Te acuerdas cuando Germán renuncia? Su resultado fue muy superior al de Madero y éste se quedó. Anaya también pretende quedarse.

Ya encarrerado, Ernesto nos dice que va a pelear su permanencia en el PAN. Y si es necesario, irá a los tribunales.

Sí, es cierto, votó por Meade. Lo volvería a hacer.

Explica: “Mi voto respondió a varias cosas. Un tema fue que Anaya no representa los principios y valores de Acción Nacional en los cuales creo y en el que milito. Segundo, es un candidato con fundadas sospechas de su honorabilidad.

“En ese contexto, estoy convencido de que José Antonio Meade era el más preparado y hubiese sido un gran presidente.”

Dolores Padierna, diputada electa de Morena, salió al paso de versiones de que se habría resignado a que Mario Delgado sea coordinador de la bancada guinda en San Lázaro.
Pero también que realiza llamadas telefónicas a sus futuros compañeros para que la apoyen como vicecoordinadora del grupo.

La buscamos para preguntarle. Esto fue lo que respondió:

“Es falso de toda falsedad. En Morena tenemos como principio no mentir. Yo sólo quiero que el grupo parlamentario juegue el papel histórico que demanda la ciudadanía. Cambiar el estilo de conducirse en la política y por fin trabajar con los principios en la mano.”

Esa tarea, según Padierna, requiere de una coordinación con experiencia, congruente, que no haya votado reformas estructurales, que no haya traicionado los principios, para tener autoridad ante los demás y procesar los temas legislativos que demanda el nuevo momento.

Mario Delgado votó a favor de la Reforma Educativa de EPN. La apoyó con propuestas y en el discurso. No sólo eso. Exhortó a los estados a que la votaran también, ya que, dijo, es el “instrumento legal para detonar el desarrollo del país”.

No se necesita un sesudo análisis para concluir que Dolores no considera a Delgado el idóneo para coordinar lo que será la poderosa bancada de Morena en San Lázaro.

Con la alternancia hacia la izquierda, los símbolos cambian. El Movimiento Estudiantil del 68 por fin será reconocido en el Muro de Honor de la Cámara de Diputados, medio siglo después de la matanza de Tlatelolco.
Ese reconocimiento a los jóvenes de entonces, que pusieron en jaque al régimen autoritario de Gustavo Díaz Ordaz, no fue posible en los tiempos del PAN y menos en los del PRI, el partido al que pertenecía el responsable de la sangre derramada en la Plaza de las Tres Culturas.

“Tenemos que recuperar nuestra memoria para no repetir los mismos errores; tenemos que recuperar nuestra memoria para fortalecer un sistema democrático”, dijo el diputado de Morena Juan Romero Tenorio, uno de los promoventes de la iniciativa en la Comisión Permanente.

El hombre asegura que recordar ese movimiento implica volver a la protesta y al rechazo a la represión.

Otros diputados que firman la iniciativa son Maricela Contreras, Virgilio Caballero y Alicia Barrientos.

Compartir.

Dejar una respuesta